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Diario personal de algo más que un viaje de vuelta al mundo.

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Lugar: Sabadell, Barcelona, Spain

domingo, agosto 19, 2007

En el mejor momento

Oaxaca, México.- Durante los más de 7 meses que llevo viajando mi estado de ánimo, sensaciones y sentimientos han ido variando mucho, en realidad no han hecho más que fluctuar entre la satisfacción de estar donde estoy y la nostalgia por lo que tengo a miles de kilómetros de aquí. Desde hace unas cuantas semanas atrás esta sensación ha dado un paso adelante; ahora, después de todos estos meses, puedo decir que me siento 100% libre, tranquilo y en paz conmigo mismo. Me siento liviano y con la noción del tiempo totalmente perdida; a veces no sé si es jueves o domingo, martes o viernes, día 15 ó 25. Realmente nunca antes había tenido este sentimiento, ¿se le puede llamar felicidad? no lo sé, tal vez, pero sea lo que sea es maravilloso sentirse así.
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Tras dejar la americanizada Isla Mujeres me fui a visitar las ruinas de Chichen Itzá, recién elegida como una de las 7 maravillas del mundo. La visita de las ruinas estuvo buena y muy interesante, pero ni mucho menos tuve la misma sensación que cuando visité otras maravillas... Machu Picchu fue algo impresionante y que te ponía los pelos de punta, en cambio Chichen Itzá... están interesantes, buena visita, pero para mí no pasa de ahí. El mismo día agarré el bus con dirección a Mérida donde me fui a reencontrar con Bet, mi buena amiga de Reus. Fue una situación bastante chocante y es que hacía ya 7 meses que no la veia, y más de 5 a alguien conocido. Justamente el mismo día que inicié el viaje estuve desayunando con ella y nos dimos un buen abrazo de despedida.
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Bet se acaba de mudar a Mérida para estudiar durante un año. La vi bien aunque un poco temerosa, hace solamente llevaba una semana en el pais y apenas conocía a nadie, pero... seguro que todo le va a salir bien, no tengo la menor duda! Estuve 3 días con ella visitando la ciudad y haciendo alguna excursión como la de los cenotes. La península del Yucatán está llena de aguas subterráneas y en algunos lugares hay unas cabidades en la tierra por donde asoman estas aguas. Son totalmente cristalinas y limpias, y allí han montado unas escaleras para bajar y pegarse unos buenos baños. Con el calor que hace por el Yucatán el día que pasamos en los cenotes fue buenísimo y, sobre todo, refrescante.
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Me supo muy mal estar tan poco tiempo en Mérida con Bet pero... el viaje tiene que continuar. Durante este tiempo lo he pasado muy bien con mucha gente pero me he tenido que despedir con un "hasta pronto", así es el viaje. Tomé un bus de noche a Palenque y allí me presenté a primera hora de la mañana. Durante el trayecto en bus hice un amiguete isralí muy majete, Jonathan. Nos fuimos a unas cabañas retiradas del pueblo que nos sirvieron como campo base para visitar las ruinas y un par de cataratas. Las ruinas mayas de Palenque no tienen nada que envidiar a las de Chichen Itzá, aunque las cataratas sí lo tienen que hacer a otras que he visto... pero bueno, me pegué un buen bañito y sobre todo me lo pasé bien viendo cómo los mexicanos hacen el dominguero allí (con sus neveritas de bebidas, sus tacos, su mantelito en el cesped, su música...).
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Después de Palenque seguí la ruta a San Cristóbal de las Casas, en el estado de Chiapas. San Cristóbal es un pueblo colonial que, a pesar de lo muy turístico que es, todavía conserva su encanto. Allí me hospedé en un hostel de altísima calidad, hacía mucho tiempo que no dormía en una cama tan buena ni me duchaba en un baño tan limpio. Allí conocí un grupo de israelitas muy majos y sobre todo un par de madrileños divertidísimos, Dani y Lara. Con estos últimos fuimos a hacer una excursión a San Juan de Chamula. En este pueblecito de Chiapas asistimos a una ceremonia religiosa que nos puso los pelos de punta. Primero se reunió un grupo de personas en la plaza que hay frente a la iglesia, cantaron poniendose en una estratégica posición y luego entraron al templo. Allí dentro, donde desafortunadamente no se podían hacer fotos, continuaron el ritual frente a los innumerables santos que allí habían representados mediante figuras. Era muy fuerte lo que veiamos, gente humilde reazando sin parar, otros haciendo rituales rompiendole el cuello a los gallos, mojandose con mezcal (licor extraido del cactus) y otros líquidos. Además el ambiente estaba totalmente humeado con lo que el escenario era más impresionante aun.
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Pues llegó el momento de despedirse de Dani y Lara, pasé unos muy buenos días con ellos pero como siempre en el viaje, toca la hora del "hasta pronto". Agarré la valija y de San Cristóbal me fui a Mazunte en bus de noche, viajando 12 h. Cuando llegué a Mazunte comprobé lo que todos me decían, que era una preciosa playa del pacífico, pero... llovía! ahora es temporada de lluvias (y algún huracan como el Dean), y como los locales me dijeron que seguiría lloviendo durante unos días decidí irme el mismo día a Oaxaca. Así que... 6 h más en bus! A las 24 h de salir de San Cristóbal por fin llegué algún sitio donde dormir bien.
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Oaxaca es una ciudad algo mayor que San Cristóbal y que tiene mucho encanto, tradiciones, buen ambiente, y buena vida nocturna. En el segundo hostel donde estuve (el primero era de lo peor) conocí a Javier (Argentina), Josefa (Francia) y un par de chicas españolas. Con ellos pasé buenos momentos, pero en especial con Javier. Pronto conectamos y pasamos unos días divertidísimos, yendo a los mercados, tomando, saliendo de fiesta, riendonos por todo. Una vez más me sorprendió la amistad que se puede conseguir en unos pocos días. Cuando estás fuera de casa todas los sentimientos son más fuertes, mucho más. Así que en cuanto conectas con alguien ya te parece que es tu mejor amigo. Además allí también conocí gente local muy interesante y divertida.
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En cuanto a los lugares para visitar lo que más me gustó fue el ambiente del Zócalo (plaza central) y el mercado popular. Sobre todo me lo paso genial visitando los mercados donde la gente te vende de todo, desde los chaculines (pequeños saltamontes) y sal de gusanos machacados, hasta ropa y juguetes para niño. En los mercados es donde siempre se respira un ambiente más auténtico. Además comer en uno de esos mercados es toda una experiencia (y un riego para el estómago).
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Así que tras unos días en Oaxaca me despedí muy a mi pesar de mi amigo Javier y de la otra gente para coger el bus con dirección a la capital del pais, México DF!!!
Raúl